sábado, 4 de enero de 2014

BILLOT - III

Cumplimos aquí con la tercera  entrega 
de las notas sobre los escritos del Cardenal Louis Billot 
comentadas por Monseñor Richard Williamson


Español - Número CCCXXXVIII (338) 4 de enero, 2014 


Cardenal Louis Billot

Los líderes actuales de la Fraternidad San Pio X están trabajando constantemente y astutamente para insertarla en el armazón de la Iglesia oficial, la cual está constantemente y astutamente adelantando a empujones las ideas Revolucionarias y Conciliares de libertad (libertad religiosa), igualdad (colegialidad) y fraternidad (ecumenismo). A pesar de ello, estos líderes seguramente toman en serio al Cardenal Billot. Ellos deberían meditar en las reflexiones que él hace sobre nuestra Quinta Edad de la Iglesia que se siguen de su exposición de las Siete Iglesias en el Epílogo del primer volumen de su celebrado Tratado de la Iglesia de Cristo. Aquí están algunas de esas reflexiones traducidas y adaptadas libremente del latín:

“Nuestra propia edad sería entonces la Quinta Edad, la Edad de la deserción, la apostasía y el liberalismo, que viene entre el fin del Sacro Imperio Romano y lo que San Pablo llama una “vida de entre muertos” (Rom. XI, 15). ¡Que así sea! Ello nos da a todos en medio de nuestras tan muchas y tan grandes tribulaciones de hoy en día (El Cardenal escribió esto en 1927 - ¿Qué hubiera escrito en el 2013?) esperanza para una restauración futura y –perdonen la expresión- Contra-revolución. Ya hoy en día muchos líderes científicos, políticos y economistas están reconociendo y admitiendo con libertad cuán envenenados están los frutos de la Revolución Francesa de 1789 que proclamó que la única y sola fuente de todos los males del mundo fue el desdén de los “derechos del hombre”. ¡Qué frivolidad! ¡Qué tontería! ¡Qué estupidez!

“La libertad de los Revolucionarios resulta en la tiranía de los fuertes sobre los débiles, su igualdad resulta en unos pocos millonarios enseñoreándose aún más sobre las personas (¡uno piensa en Wall Street, 2013!), su fraternidad resulta en conflictos internos y un odio implacable de clases. Algunas personas hacen esto, mientras que muchos no ven el carácter esencialmente diabólico de la Revolución. Sin embargo, aquellos que van más allá de la superficie ven que la cuestión religiosa subyace en todas las cuestiones que actualmente agitan a la humanidad: que la plaga del liberalismo político y económico se origina en el liberalismo ateo y anti-Cristiano expuesto arriba, que el orden social de ninguna manera puede ser restaurado a menos que los principios de la Iglesia una vez más dirijan la vida pública.

“¡Que este reconocimiento de la teoría conlleve frutos prácticos! De todo corazón, clamamos por tal restauración, sabiendo como las leyes paganas bajo las cuales vivimos hoy en día pueden aún permitir a los individuos ser Cristianos (en el 2013, ¿Por cuánto tiempo más?), pero hacen que una sociedad Cristiana sea del todo imposible. Por consiguiente, buscamos sobre todo el Reino de Dios y su justicia sin despreciar el resto que nos será agregado (cf. Mat. VI, 33). Dice San Pablo, ‘la piedad es útil para todo’. Así mismo lo es la influencia de la Iglesia ‘teniendo la promesa de la vida presente y de la venidera’” (cf. I Tim. IV, 8).
No es difícil ver aquí como el Cardenal no fue una de las muchas almas que él menciona que no ven a través del falso “glamour” del mundo moderno. Muy por el contrario, su firme asidero de la doctrina católica le permite describir nuestros propios tiempos, casi un siglo más tarde.

¡Cuartel General de la FSPX! Despertad de vuestro tonto sueño de convertir a los liberales que ahora controlan la Iglesia y parad de pretender con un flujo de Declaraciones ambiguas que vosotros estáis aún defendiendo la Tradición. Vuestras acciones prueban lo contrario y ¡las acciones hablan más que las palabras en Declaraciones! “Se os tiene por vivientes, pero estáis muertos. Poneos alerta y consolidad lo restante, que está a punto de morir. Recordad, pues, tal como recibisteis y oísteis del Arzobispo, y ponedlo en práctica y arrepentíos.


Kyrie eleison.