domingo, 15 de febrero de 2015

El Pensar de la Neofraternidad – II

Comentario Eleison Nº 396
Por su Excelencia Richard Williamson
14 de febrero de 2015


Monseñor Richard Williamson

Queridos seguidores todos de la Neofraternidad – ¡alerta!

El veneno está corriendo profundo así que tengan profundo cuidado .


       Algunas 650 palabras de un único “Comentario Eleison” no son para nada suficientes para dejar claro el enorme problema planteado por la entrevista dada por el Primer Asistente de la Neofraternidad a una revista de la Neofraternidad en Alemania hacia finales del año pasado ( cf. CE de la semana pasada). El pensar del Padre Pfluger brota de la venenosa mentalidad moderna, así que no es de sorprender si la Fraternidad San Pío X de Monseñor Lefebvre (FSPX) esté siendo envenenada de arriba hasta abajo y trasformada en la Neofraternidad de Monseñor Fellay (XSPX). El veneno consiste en la mudanza de Dios al hombre, de la religión de Dios a la religión del hombre, de las verdades de Dios a las libertades del hombre, de la doctrina de Cristo (“Yendo, ENSEÑAD a todas las naciones” – Mt. XXVIII, 19) a la unificación de la humanidad.

       Tal como millones sobre millones de hombres modernos, miles sobre miles de prelados de la Iglesia en altos cargos, y demasiado muchos sacerdotes y laicos de lo que una vez era la FSPX, el Padre Pfluger no comprende la importancia crucial de la doctrina católica para la Iglesia. “ADOCTRINEN a todas las naciones” pudo haber dicho Nuestro Señor. ¿Por qué? Porque todos los hombres son creados por Dios para ir al Cielo (I Tim. II,4). Esto ellos sólo lo pueden hacer por medio de Jesucristo (Hech. IV,12), primeramente creyendo en Jesucristo (Jn. I, 12) lo cual ellos solamente pueden hacer oyendo acerca de la Fe (Rom. X,17), en otras palabras oyendo la DOCTRINA católica. Entonces si alguien esta desinteresado en la doctrina católica significa que él no está interesado en ir al Cielo. ¡Buena suerte para él, donde sea que pasará su eternidad!

       Ahora bien, de principio a fin la entrevista alemana del Padre Pfluger delata su desinterés relativo en la doctrina católica pero, como los “Comentarios” de la semana pasada declararon, a ese desinterés se lo ve más claramente delatado por su implícito menosprecio (palabra no demasiado fuerte) a los grandes documentos anti-liberales, anti-Masónicos, anti-modernistas, que fueron notablemente las Encíclicas Papales de los siglos 19no y 20mo, digamos desde Mirari Vos de 1831 hasta Humani Generis de 1950. Para la forma de pensar del Padre Pfluger, estos documentos “anti” probablemente parecen meramente negativos, mientras que la doctrina católica es esencialmente positiva. Equivale esto a pensar que la medicina es meramente negativa mientras que la salud es esencialmente positiva. Sin embargo la medicina puede ser esencial para preservar la salud, ¡caramba! Pero ¿por qué son las Encíclicas medicina tan necesaria para la salud de la Iglesia hoy en día?

       Porque el hombre no está hecho para vivir solo (el salvaje noble de Rousseau), él es por naturaleza un animal social (Aristóteles) – observen las miles de maneras en que los hombres se juntan para asociarse. Ahora bien, la Revolución Francesa de 1789, por cocear a Aristóteles y seguir a Rousseau, derrumbó la base natural de la sociedad y la colocó en cambio sobre fundaciones fabricadas meramente por el hombre, hostiles a la naturaleza humana tal como diseñada por Dios y, por consiguiente, hostiles a Dios. Por consiguiente, así como las ideas Revolucionarias avanzaban a través de Francia, Europa y el mundo, así la Iglesia Católica se encontraba en un ambiente social más y más hostil, porque la profunda influencia que cualquier sociedad tiene sobre los individuos pertenecientes a ella, ha funcionado más y más contra Dios y contra la salvación de las almas.

       Por un largo tiempo los Papas católicos no se dejaron engañar, e hicieron revivir la medicina de la verdadera doctrina social de la Iglesia para aplicarla por medio de sus Encíclicas a la enfermedad de la humanidad Revolucionaria. Así, las Encíclicas no enseñan otra cosa que la doctrina de siempre de la Iglesia sobre la naturaleza de la sociedad humana entre el hombre y Dios. Esa doctrina social no había sido necesario repetirla por todo el tiempo en que había sido el sentido común de todos. Así, las Encíclicas no son un desafortunado accidente de desafortunados tiempos en el pasado. Son centrales a la defensa de la Fe en el presente, como Monseñor Lefebvre lo aprendió tan bien del 
Padre Le Floch. Pero vino entonces el “buen” Papa Juan para declarar que el hombre moderno ya no está más enfermo, y ahora viene el Padre Pfluger. Más la semana próxima.


Kyrie eleison.