domingo, 15 de marzo de 2015

Caos Revisitado

Monseñor Richard Williamson

Comentario Eleison
Por su Excelencia Richard Williamson
Número 400
14 de marzo de 2015



Como la Iglesia Conciliar se hunde en el caos,
Es un regalo de Dios si alguien todavía piensa.

         En el libro Iota Unum escrito por el laico italiano Romano Amerio y muy admirado por Monseñor Lefebvre, un párrafo fascinante ya ha sido citado en estos “Comentarios”. En el libro Amerio desmonta magistralmente todos los errores doctrinales del Vaticano II. En la sección # 319 escribe: (1) Si la actual crisis tiende a invertir la esencia de la Iglesia, y (2) esa tendencia es interna a la Iglesia, sin provenir como otras veces de una agresión externa, entonces (3) la prospectiva del mundo es un abismo monocolor que hace imposible el diagnóstico y el pronóstico: y (4) frente al cual el único refugio del hombre es el silencio (edición española, p. 560; edición inglesa, p. 713; edición francesa, p. 579).

         He aquí una afirmación contundente, si uno lo reflexiona. Amerio afirma que estamos al borde del caos porque, por supuesto, (1) la crisis presente, a la vez, está tendiendo a invertir la naturaleza de la Iglesia y (2) es interna a la Iglesia pues que el propio Papa hace declaraciones tales como “no hay Dios católico” y “los homosexuales necesitan ser evaluados”, declaraciones cuya deliberada ambigüedad abre la puerta de par en par para la inversión de todos los principios católicos, dogmáticos como morales. Pero, ¿por qué deberían (3) el diagnóstico y el pronóstico Católicos devenir imposibles, y cómo puede (4) no haber más nada que decir? ¿Cómo pudo Amerio llegar a tan sombría conclusión?

         Porque Nuestro Señor dice, “Yo soy la luz del mundo. El que me siga, no andará en tinieblas” (Jn. VIII, 12), lo cual sugiere fuertemente que la masa de la población mundial que no lo sigue ahora a Él, ya está en las tinieblas. Él también dice a aquellos que sí, lo siguen a Él, “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt., 14), lo cual sugiere fuertemente que si los Católicos convencidos son menos cada día que pasa, entonces las tinieblas en la Iglesia y el mundo se tornan más tenebrosas cada día que pasa. Está bien, uno puede decir, pero las tinieblas son sólo una metáfora. ¿Por qué deberían el diagnóstico y el pronóstico católico devenir imposibles?

         (3) Porque más y más personas hoy en día están incapacitadas para pensar. Porque desde que Nuestro Señor con Su Encarnación trajo la gracia sobrenatural para el rescate de la naturaleza herida y en lucha, esa naturaleza ya no ha sido más capaz de mantenerse en pie sin esa gracia. Por consiguiente cuando los hombres dan sus espaldas a Jesucristo y Dios, socavan su propia naturaleza. Y, repudian ese sentido común con el cual son dotados por la naturaleza para pensar: en cuanto al contenido de sus pensamientos, de acuerdo con la realidad, y en cuanto a su procedimiento, según la lógica. Ellos quieren liberarse de la realidad y de la lógica con el objetivo de desafiar a Dios, rehaciendo el mundo de acuerdo a sus fantasías.

         Se sigue que si Jesucristo vino al rescate de la humanidad y de la naturaleza humana a través del establecimiento de Su Iglesia Católica, y si en el Vaticano II los Gentiles también acabaron por repudiar esa Iglesia, entonces el proceso de los hombres desgarrándose a pedazos y a sí mismos, a su naturaleza y a su pensamiento, dio un paso adelante tan gigantesco en el Concilio que es prácticamente irreversible. He aquí como Amerio puede ver implícito en el Vaticano II, un “abismo monocolor “, del cual puede servir como ejemplo y preludio, el beligerante caos de opiniones orgullosamente cabriolando hoy en día en el Internet.

         Pero (4) ¿por qué no gritar en esas tinieblas? ¿Por qué debe ser que “el único refugio del hombre es el silencio”? Porque en un caótico estruendo la Verdad simplemente no puede ser escuchada, excepto, uno puede agregar, por unas pocas almas que Dios ha preordinado para escucharla (Hechos XIII, 48). Estas almas son elegidas por Dios, no por los hombres, y pueden provenir de los ambientes más sorprendentes. Ellas no gustan del “abismo monocolor”, y Nuestro Señor las lleva al Padre (Jn. XIV, 6). Serán una ayuda importante de la Iglesia y una esperanza del mundo.


Kyrie eleison.