jueves, 17 de marzo de 2016

¿Liberales?



                Hay, en este momento, sea esto de manera consciente o inconscientemente, que una gente buena, o bien intencionada, a pesar de todo, que, al parecer, está pateando el nido a las reservas que van quedando de la tradición católica.

                No son ajenas a este Ímpetu sorprendente las insidias de Satán que siempre siembra discordias. Es el Adversario desde el principio. (Y muy especialmente en este período cuaresmal – como suele hacerlo) Para sembrar cizaña y dividir, más y más. Creo que estas personas están atacando donde no deben. Y hacen esto porque no ven. No ven bien como para atacar al verdadero enemigo. Creo que para dar en el blanco hay que ubicarse mejor, es decir, más alto, más arriba. Lo que los católicos solemos llamar “en el ver con espíritu sobrenatural”. Sé que muchos usan mal – desgraciadamente – de estos términos para esconder algún otro propósito – precisamente - nada sobrenatural. Pero, en este momento, creo que es el término más  apropiado conque debe ser usado. No hay que mezclar asuntos personales (sutilmente ocultados ni tampoco antipatías personales). Cuidado con estas cosas que, secretamente suelen inmiscuirse. No hay ninguna presunción de nuestra parte al afirmar esto. Simplemente es lo que veo en este asunto de condenar, sin más, a Monseñor Williamson, a Mons. Faure (tachado de mudo) y al futuro Mons. Tomás de Aquinas (Si Dios así lo quiere). Monseñor Williamson nos da su opinión, (No es Papa y no habla “ex-cátedra”)  por ejemplo: sobre algunos posibles milagros Eucarísticos producidos “en donde no debían”. Si Dios los produjo realmente no creo que se haya equivocado, aunque no sepamos el por qué (todavía) o no lo podamos entender racionalmente. No necesariamente podría ser explicado esto como una aprobación divina al desastre que para la Iglesia y el mundo han significado las reformas del Vaticano II. En algunos casos puede interpretarse justamente lo contrario: una advertencia seria, por ejemplo, a las profanaciones a la Santa Eucaristía o, también, que puede quedar algún sacerdote que quiere hacer realmente lo que siempre hizo la Iglesia, que todavía – en medio del caos – hay algún justo. O alguien que ha perdido la fe justamente en la Eucaristía y Dios ha hecho con él un acto de misericordia para que la recupere (hay hechos concretos en la historia sobre algunas de las causas de estos milagros); y tal vez habría algunas cosas más. Por ejemplo Catalina Emerich en una visión le fue revelado (1820 más o menos) que en Roma no dejaría de estar nunca la Presencia Real, aún en medio de la destrucción que iba a padecer la Iglesia. Es que estamos en un Misterio, En medio del Misterio de Iniquidad profetizado en las Sagradas Escrituras; por Cristo mismo: En “la Desolación en el lugar Santo, donde no debe estar”. Y también “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del Siglo”; “Las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella” (la Iglesia). “El que tenga oídos para oír, que oiga”. “Mirad que os lo he dicho antes, para cuando sucedieren estas cosas, recordéis que os lo predije”. “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Creo que no está mal tratar de entender - hasta dónde se pueda – si realmente Dios ha producido algún milagro en la situación de apostasía que enfrenta la Iglesia y si - de algún modo – esto no representa un aliento o una esperanza para los que creen (y algunos sostienen) que la Iglesia ya ha defeccionado a pesar de la promesa de nuestro Señor que no lo haría como lo prometió a Pedro.

                No parece bueno que sucedan estas cosas. Pero también sé que: “Es imposible que no haya escándalos”. Somos hombres cargados de pecados que “llevamos un tesoro en vasos de barro”.

                En estos momentos de confusión ¡Qué Dios nos ampare!
                ¡Desde el abismo clamamos a Ti, Señor!
                “¡Señor escucha nuestra oración!
¡Y llegue a Ti nuestro clamor!”
Y danos las gracias que necesitamos para ver y para serte fieles hasta el fin.



Alberto M. Borromeo